No es de polvo este silencio que vengo cargando desde niña, ni de agua entre piedras el miedo que una vez tuve. No es que la noche caiga plateada en los recodos de mi rostro o que el tiempo bañe con su piel la cama en que cada noche muero. Es sólo que a veces esta insignificancia, este dolor que llaman vida surge de pronto, me golpea en los nudillos, grita mi nombre con violencia, es y no es lo que tanto esperaba, es sólo que a veces esta piedra que rueda me persigue, consigue alcanzarme y me derrumba.
3 comentarios:
A veces no se necestian motivos para caer en cierta pasividad de espíritu, a veces la falta de motivos ya es suficiente.
Saludos
Me hizo recordar a Jaime, mas o menos escribió; que si vez una piedra que rueda hacia ti o un ferrocarril ¡No te quites!, ¡No te muevas! ¿Qué abismo habrá de detener al paralitico?.... o era algo así… no dormiré hasta encontrarlo.
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