Pienso. Pienso en 'el niño herido' del que tanto hablan, en lo lastimado que está ese chiquillo dentro de mí, o en lo malcriado que ha sido desde siempre.
Y si mal no recuerdo tuve una infancia hermosa, siempre hice lo que quize, viví todas las aventuras que me propuse -al menos en mi mente-; leí todo lo que estuvo a mi alcancé; disfrute de la soledad cada tarde meciéndome en ese columpio que ya no existe; fui feliz aunque estuviera sola. ¿O creo haberlo sido? No lo sé, eso en realidad ya no importa -que me perdone Sigmund, pero es cierto-. Ya no importa la infancia que ya ha quedado atrás... La que importa es esta infancia de veinticuatro años que me acecha...