viernes, 19 de febrero de 2010
PREGUNTAS AL AIRE.
lunes, 11 de enero de 2010
ANSIEDAD-ANGUSTIA-MIEDO
lunes, 21 de diciembre de 2009
ACEPTAR...
miércoles, 9 de diciembre de 2009
REMEDIO
MAL
viernes, 7 de agosto de 2009
INTROSPECCIÓN
martes, 30 de junio de 2009
ASI, COMO ESTE ANOCHECER, ME SIENTO...
Así, como este anochecer, me siento. Las últimas luces se pierden en el cielo, y la sombra avanza sobre la tierra inundándole, igual que un agua espesa y obscura. En la ciudad es difícil sentirse perdido. He visto esta maniobra de la luz a través de la ventana, en mi casa, en un departamento atiborrado de ruidos, el calentador, la televisión, los gritos de los niños. Sólo por un instante me di cuenta del cielo. ¡Qué naturaleza, qué Dios tan distante y tan ajeno! Uno vive solo con sus deseos y ni siquiera es el espectáculo de sí mismo.
No hay lugar para la desesperación, ni para la fatiga, ni para la alegría. Pendiente sólo de la pierna que duele, de la hora de ir al trabajo, de la acidez, del dinero gastado, de la hora de acostarse; se resucita a veces, por un momento, con el juego del hijo, con el relámpago del deseo (que le deja a uno la carne alumbrada hasta caer), y a veces también con las páginas blancas de la libreta en que se escribe y que son frente a uno como un espejo en que no se ve el rostro sino el destino.
Preocupado, afligido de Dios, que tiene la cara blanca y vacía, sin una sola palabra ni un gesto, preocupado de la piedra que es la cabeza de Dios (la piedra sobre la mesa de madera, la piedra sobre el agua, la piedra que tienen en la mano los muertos), uno podría hablar de Dios interminablemente, con ternura y con odio, como de un hijo perdido. Uno podría quedarse callado de Dios sin cesar, como se queda callado de la sangre el corazón trabajador y silencioso.
martes, 28 de abril de 2009
LA INFLUENCIA DE LA INFLUENZA
Guijarro
miércoles, 22 de abril de 2009
PRIMER RECLAMO
miércoles, 1 de abril de 2009
INTERMITENCIAS
martes, 31 de marzo de 2009
CONSTANTINO CAVAFIS
POEMAS CANÓNICOS (1895-1915)
LA CIUDAD
Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".
Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.
martes, 17 de marzo de 2009
NO ES DE POLVO.
No es de polvo este silencio que vengo cargando desde niña, ni de agua entre piedras el miedo que una vez tuve. No es que la noche caiga plateada en los recodos de mi rostro o que el tiempo bañe con su piel la cama en que cada noche muero. Es sólo que a veces esta insignificancia, este dolor que llaman vida surge de pronto, me golpea en los nudillos, grita mi nombre con violencia, es y no es lo que tanto esperaba, es sólo que a veces esta piedra que rueda me persigue, consigue alcanzarme y me derrumba.
PARA LLORAR- VICENTE HUIDOBRO
Es para llorar que buscamos nuestros ojos
Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas
Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
Y sobre nuestra memoria de carne
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada
[junto a la novia
Escondemos nuestra voz de todas las noches
Porque acarreamos la desgracia
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
Tenemos miedo
Nuestro cuerpo cruje en el silencio
Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
En el milagro del viento lleno de nuestras palabras
La muerte está atornillada a la vida
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
El viento abre los ojos de los ciegos
Es para llorar para llorar
Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
Paloma de nube y de noche
De nube en nube y de noche en noche
Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido
Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
Es para poder llorar es para poder llorar
Porque las lágrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde
Es para llorar que la vida es tan corta
Es para llorar que la vida es tan larga
El alma salta de nuestro cuerpo
Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
La noche llega a paso de montaña
Sobre el piano donde el árbol brota
Con sus mercancías y sus signos amargos
Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
La ciudad cae en el saco de la noche
Desvestida de gloria y de prodigios
El mar abre y cierra su puerta
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino
Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
Y la cabellera ardiente de la dicha
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana
Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
Y que no apagamos el fuego del cerebro
Es para llorar que la muerte es tan rápida
Es para llorar que la muerte es tan lenta